A ti que sientes la presión externa o interna de tener que ser la mujer perfecta.
La mejor mamá, la esposa y ama de casa perfecta, una profesionista exitosa, reconocida y bien remunerada económicamente y por qué no chofer de nuestros hijos.
La mujer maravilla, que lo puede y lo sabe TODO.
En qué momento nos creímos ese cuento y aceptamos la idea de que para sentirnos libres de las ataduras externas del patriarcado debíamos aprisionarnos de nuestras propias exigencias. O quizás debo decir las mismas exigencias pero ahora autoimpuestas como una forma de pagar el precio del cambio.
Para dejar de ser sometidas por un otro, nos sometimos a nosotras mismas, queríamos libertad para salir a trabajar, para realizarnos como profesionistas, tener relaciones de pareja perfectas, criar hijos perfectos y relaciones perfectas y porque no un cuerpo FIT por aquello de que nos abandonen por una más perfecta. Sin darnos cuenta que nos estábamos convirtiendo en las todólogas que teníamos que hacerlo todo perfecto.
Ahora somos al mismo tiempo el carcelero y el preso, estamos listas para autocastigarnos, dejarnos sin descanso, sin alimento, sintiendo culpa y con pensamientos de fracaso todo el tiempo.
Reprochándonos porque no somos más…
Más bonita
Más inteligente
Más Amable
Más dedicada
Mas, mas una mujer perfecta
Si no cumplimos con todo esto juzgamos nuestro desempeño a través de un pensamiento dicotómico, todo o nada, blanco o negro soy la mejor, la numero uno, si no entonces soy la peor, no hay puntos medios, sino es perfecto está mal.
Recuerdo unos días atrás cuando olvide que mi hijo de 10 años salía una hora más temprano, mis prisas, mis múltiples compromisos y las mil tareas que me he autoimpuesto lo borre de mi memoria, eso sí… me organice COMO SIEMPRE la más organizada con minutos exactos a qué hora meterme a bañar, calcule el tiempo que me lleva ponerme presentable y salir por el para llegar PUNTUAL COMO SIEMPRE.
Y ooohhh sorpresa cuando salgo del baño, mil mensajes y llamadas (bueno exagere un poco) pero si, tenía más mensajes y llamadas que de costumbre de una mami del cole… preguntando si quería que se llevara a mi hijo a su casa porque ya habían salidooooo.
¿Tienes una idea de lo que sentí?
Seguramente sí y hasta lo estás sintiendo
¡Exacto!… sentí, culpa, enojo y frustración conmigo, una idea loca de salirme corriendo en ese instante como fuera… pero de repente alcance a escuchar la voz de mi adulta saludable esa que hace muy poco conocí y de la que te quiero hablar más adelante que me decía con una voz bajita…
Tranquila no lo abandonaste ya está con Yuri, está seguro y está feliz.
¿Por qué pasa esto?
Aron Beck
Creador de la terapia cognitiva conductual.
Nos postula que todos tenemos creencias centrales que son las ideas más profundas que tenemos sobre nosotros y que se han formado a través de nuestras experiencias de vida en edades tempranas, cuando vamos derivando sentido al mundo.
No las cuestionamos ni nos preguntamos de donde vienen sino que se sienten y se viven como verdades absolutas.
Se asocian a dos grandes categorías por un lado de no ser dignas de ser amadas y por otro la categoría de desamparo.
Estas sin darnos cuenta influyen en la forma en que nos tratamos y cómo hemos desarrollado nuestro deber ser. Si en nuestra edad temprana necesitamos convertirnos en niñas perfectas, bonitas e inteligentes, bien portadas para que nuestros padres nos vieran, validaran nuestras emociones, que se sintieran orgullosos de nosotras y sentirnos protegidas o queridas.
Integramos esa idea o creencia de que para ser digna de ser amada entonces debo sobre salir, hacerlo todo perfecto, debo ser la mejor. “la mujer perfecta” internalizamos la voz de nuestros padres, que bien puede ser amorosa, comprensible y de aceptación o punitiva exigente y fría. Es esta voz la que guía nuestras decisiones sin darnos cuenta.
Pero ha llegado el momento de escuchar tu propia voz.
¿Qué hacer para resolverlo?
Si te sentiste identificada con lo que antes leíste y percibiste tu propia necesidad de ser “la mujer perfecta” te animo a buscar ayuda profesional, ese sería el paso más importante.
Mientras tanto quiero dejarte aquí algunos pasos que pueden ser un bálsamo para tu alma, un descanso paraesa auto exigencia y bajar las revoluciones para disfrutar del camino, para amarte, aceptarte y ser compasiva contigo misma.
- Has un ALTO TOTAL aunque sea unas horas, o si puedes unos días
- Has una lista de tus actividades de un día entre semana y un día de fin de semana (que sea el común de todos los días)
- Agrega una columna donde puedas escribir si esa actividad te genera logro o placer
Lo sano sería encontrar un equilibrio, sino es así entonces viene la parte más interesante, emocionante y quizás la más difícil, pero puedes hacerlo ¡vamos!
- Vas a cuestionarte si todas esas actividades las eliges porque te hacen sentirte feliz y en paz o porque te generan una sensación de perfección, reconocimiento y validación cargadas también de estrés, ansiedad y angustia.
Y comienza a elegir prioridades sabiendo y reconociendo que eres valiosa, y digna de ser amada, que NO NECESITAS mas ser “la mujer perfecta” Elige desde la paz y armonía. Y confía en que todo lo que necesitas llegara de formas insospechadas. Porque cuando dejamos de perseguir comenzamos a atraer.
Mi mensaje para ti
Libérate de la necesidad imperiosa de ser “la mujer perfecta” no necesitas demostrar nada, tus verdaderas necesidades son de conexión genuina contigo y con los que te aman y eso se logra con las revoluciones bajas ir a un ritmo que te permita ver, sentir y expresar con calma y en plenitud.
Hoy al escribirte a ti, me escribo también a mí, gracias por leerme, acá de este lado esta otra mamá, profesionista, emprendedora y todóloga que está aprendiendo a bajar las revoluciones para disfrutar del paisaje. Entendiendo y practicado que no TENGO QUE y merezco disfrutar.
Claro quiero aclarar que no para todas es así como lo plantee, quizás abra quienes no han caído en la trampa, personalmente he caído, me hago consciente y estoy eligiendo salir de ella y soltar la necesidad de ser “la mujer perfecta” esperando contribuir para que te des cuenta si es que estas ahí y aplaudirte si no lo estas.
¿Te sentiste identificada?
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